lunes, agosto 29, 2005

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Definitivamente poseo la autodestructiva costumbre de esperar cada tarde, incluso las de sagrado domingo, para poder leer entre tus líneas, supongo que las mías tienden a la fantasía, en ocasiones a la mentira, quien sabe, se dice que las mentiras crean felicidad, aquella felicidad que se sabe etérea, pero aun así se vive y aprisiona dentro de los desvencijados muros de adobe que rodean nuestra común causa.

Me pregunto si escribes con cocaína, tus palabras resultan demasiado poderosas para mi organismo, sobredosis de entusiasmo y dulzura, no quiero tanta azúcar que después la sal escoce mis percepciones electrónicas y digitales, percepción de e-mail y archivos recibidos.

Definitivamente tengo la patética costumbre de esperar que esperes lo que yo espero, no se por qué siento que sientes lo mismo que yo siento, a pesar de que nunca nos hemos sentido y nunca me habías esperado. Esperemos dejar de leer entre líneas, mirémonos a los ojos, mintamos francamente, construyamos un especio para los estúpidos perdedores como nosotros. ¿Por qué digo nosotros?, ¿ves como espero que esperes lo que yo espero y que sientas lo que yo siento?

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

:)

4:49 p. m.  

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